Activista ofrece apoyo públicamente a Elizabeth Soto tras la amenaza contra su hija y lanza poderoso comunicado
El activista y comunicador ambiental Arturo Islas Allende se ha sumado al apoyo de Elizabeth Soto, fundadora del refugio Seres Libres, quien recientemente fue víctima de una amenaza directa en la puerta de su casa. El mensaje intimidatorio incluía un ataúd con flores, fotografías de su hija menor y una leyenda que decía: “déjate de mamadas o la mato”.
Islas Allende ha acompañado a Elizabeth a la Fiscalía del Estado de México, brindándole respaldo jurídico, logístico y emocional. Además, ha gestionado apoyo para facilitar su cambio de vivienda a un lugar seguro y la movilización de los animales bajo su cuidado.
Reconocido por su trabajo en defensa del medio ambiente y los derechos de los animales, Islas Allende ha señalado la gravedad del contexto actual para el activismo en México, donde quienes alzan la voz enfrentan riesgos crecientes. Ante esta situación, lanzó un comunicado contundente en el que exige resultados a las autoridades y protección inmediata para Elizabeth y su hija.
El activista enfatizó que este caso refleja el peligro que viven muchas personas que dedican su vida a proteger la naturaleza y a los animales, y reiteró la urgencia de que la justicia actúe con hechos, no con discursos, y lanzó un poderoso comunicado sobre su futuro.
En sus redes sociales, Arturo Islas Allende anunció que hará una pausa en su activismo, dadas las amenazas e inseguridad que se vive.
Dejaré en pausa el activismo
¿Qué sigue? ¿Que nos maten?
Vivimos tiempos de violencia desmedida, donde levantar la voz por lo que es justo puede ponerte en riesgo.
En lugar de unirnos por las causas, he visto activistas atacando a otros activistas, divididos por ideologías, por ego o por la radicalidad, y en medio de esa guerra se pierde lo más importante: el propósito.
He visto también cómo la justicia se confunde con política, como si tuviera dueño, cuando la justicia no pertenece a ningún partido, sino a la humanidad.
Hoy somos testigos de amenazas, difamaciones, persecuciones digitales y agresiones físicas contra quienes pensamos distinto.
A mí me han seguido, me han gritado en mi lugar de trabajo frente a mis hijos, y he visto a compañeras como Elizabeth Soto, de Seres Libres, recibir amenazas hacia su hija menor.
Nos pueden insultar, difamar, dejar un ataúd con flores frente a casa, sembrar odio digital…
¿Qué sigue? ¿Que nos maten?
Durante más de dos años he sido víctima de acoso y discriminación, y pese a ello he seguido en pie, porque no tengo nada que ocultar.
Ustedes me han acompañado en este camino, compartiendo denuncias, discursos y batallas que son de todos.
Porque las causas que defendemos no son personales, son colectivas, y por eso ustedes merecen conocer toda la verdad, contada desde el corazón, sin filtros y con absoluta transparencia.
Me han señalado de traficante y de asesino; me han atacado por mi relación con zoológicos, por haber importado aves de presa legalmente hace más de una década, o por haber vendido cerditos miniatura, cuando lo único que buscaba era darles una oportunidad de vivir como mascotas y no como carne en un plato.
Incluso fui quien prestó mis redes y mi voz para denunciar el horror que vivían 270 felinos en la Fundación Black Jaguar White Tiger, una acción que salvó sus vidas.
A partir de esos hechos, se generó mucha desinformación.
Algunas personas intentaron destruir mi reputación sacando las cosas de contexto, pero decidí hacerlo correctamente: responder con pruebas, con la verdad y dentro del marco legal, nunca con odio ni desde el ruido público.
Porque el odio no transforma, solo divide.
En aquel rescate, la PROFEPA me solicitó firmar las actas de custodia para poder trasladar legalmente a los animales a su destino.
Fui la persona que se quedó hasta las cuatro de la mañana en el Ajusco, con frío, agotado, pero decidido a que ningún león pasara una noche más en ese infierno.
Lo hice porque era lo correcto y porque la autoridad me lo pidió, no por ningún beneficio.
Quienes intentaron tergiversarlo lo hicieron desde la ignorancia o la mala fe, y las autoridades federales tienen los documentos que lo comprueban.
Muchos me han preguntado por qué no hablo de Ernesto Zazueta, y quiero dejarlo claro:
cuando he necesitado el apoyo de los zoológicos de México para rescatar animales, Ernesto Zazueta, presidente de la Asociación de Zoológicos y Acuarios de México (AZCARM), siempre ha buscado la forma de ayudar.
Por eso sería absurdo que yo ataque a alguien que me ha ayudado a ayudar a los animales.
Cuando se rescataron los 270 felinos, Zazueta y la AZCARM aportaron el dinero, los transportes y los recursos humanos para que esos animales pudieran ser trasladados.
Y cuando llegó el momento de rescatar a Big Boy, el elefante asiático que había pasado cinco años encadenado, Zazueta también fue quien ofreció los recursos necesarios para lograr su traslado y darle una nueva vida.
Aunque los circos, encarecidamente, trataron de negarlo y hasta pagaron a influenciadores para defenderse, los hechos hablan por sí solos.
Big Boy vivía encadenado porque el espacio donde lo tenían no permitía soltarlo, y un animal de esas dimensiones, sin un área adecuada, representa un riesgo real.
Por eso decidimos destinarle hectáreas completas, donde hoy vive en semi-libertad junto a una hembra, disfrutando por fin de un entorno digno y seguro.
A esa causa se sumó Mr. Tempo (Jorge Cueva), un empresario al que le tengo un profundo agradecimiento por apoyar ese proceso y por haber creído en nuestro movimiento.
Criticar desde lejos es fácil; pero en el campo, solo unos pocos alzan la mano cuando realmente se necesita.
Tiempo después, en documentos de transparencia, se encontró mi nombre vinculado a una empresa de medios de comunicación que formé junto con Ernesto Zazueta.
Esa empresa fue creada con el único fin de filmar los rescates que realizan los zoológicos de México y, a través de esas producciones, aportar a la conservación y a la educación ambiental.
De otro modo, muchos de estos rescates no habrían sido públicos y la gente nunca los habría conocido.
Esa relación concluyó formalmente, y más adelante aparecí vinculado a otra empresa de Ernesto Zazueta, en la cual me hizo una cesión de derechos sobre una razón social que él ya tenía registrada, para poder materializar un santuario de rescate de fauna mexicana en Valle de Chalco.
Sin embargo, el proyecto se detuvo tras el asesinato del alcalde Paco Tenorio, quien había mostrado interés en apoyarlo.
Tras esos hechos, renuncié a los derechos de dicha empresa, lo cual tengo sustentado ante notario público.
Y, aun así, ninguna de esas empresas, todas legalmente constituidas, y de las cuales hoy no soy parte, constituye delito alguno ni justifica la campaña de difamación y agresión que se ha hecho en mi contra.
He sido acusado por practicar la cetrería, un arte milenario donde las aves cazan por instinto, no por crueldad humana.
Sin embargo, dejé de volar halcones porque mis intereses y mi forma de acercarme a los animales ha cambiado con el paso del tiempo.
Así como también, hace tiempo dejé de llevar animales a los foros de televisión, porque ahora prefiero grabarlos en su hábitat natural, donde pertenecen.
No porque vea la cetrería como algo aberrante, como algunas personas han querido sacarlo de contexto, sino porque mi camino y mi enfoque evolucionaron hacia otras formas de entender y proteger la vida silvestre.
Además, muchas de las aves de presa no pueden volver a ser liberadas, ya que fueron criadas bajo cuidado humano o sufrieron lesiones que las hacen depender de nosotros.
Sacarlas al campo para que vuelen, cazan y mantengan su instinto vivo evita condenarlas a una vida entera dentro de una jaula, y es por eso que la cetrería, bien practicada, ha sido una herramienta de rehabilitación y conservación en todo el mundo.
Algunas personas radicales incluso le entregaron personalmente a Jane Goodall una carpeta llena de mentiras y denostaciones sobre mí, en la que incluyeron una fotografía de mi hijo menor en un delfinario, como si fuera un delincuente.
Ese acto violó los derechos de mi hijo y constituye un hecho grave, porque esa carpeta discrimina y agrede, no solo a mí, sino también a un menor de edad.
Las autoridades ya tienen conocimiento de este material, y tenemos plenamente identificada a la persona que la entregó.
Jane recibió esa carpeta y, tras revisarla cuidadosamente, me la entregó personalmente, mirándome a los ojos.
Me abrazó y me dijo:
“El pasado no nos define. Qué bueno que viviste todo eso, porque gracias a eso eres el hombre que eres.”
Aquel día entendí que la verdad siempre encuentra su camino.
Hoy tengo en mis manos esa misma carpeta, y será parte de la denuncia correspondiente que he presentado ante las autoridades.
Jane me enseñó que los activistas que atacan sin diálogo a otros activistas deben ser tocados en el corazón, no destruidos con odio, y me demostró con su ejemplo que la empatía tiene más poder que la violencia.
Eso me marcó. Por eso no respondo con odio, aunque podría.
Nunca he expuesto a nadie, ni siquiera a quienes me han violentado.
Solo he expuesto la crueldad, y aun así creo que la violencia no se combate con más violencia.
He presentado pruebas, procesos legales y medidas de protección, porque el silencio no es opción, pero el odio tampoco lo es.
Y dentro de esos procesos, una persona pública que me difamó está actualmente en la firma de los acuerdos para realizar una disculpa pública y una reparación del daño a mi favor.
Lo haremos sin revancha, sin odio y sin humillación, pero de una forma que nunca antes se ha visto en México.
Por mi seguridad y la de mis hijos, dejaré en pausa mi activismo hasta que existan garantías reales de protección para quienes defienden cualquier causa justa en México.
No es una renuncia, es una pausa necesaria.
Seguiré produciendo contenido, colaborando con la televisión nacional y reuniendo fondos para animales y personas que necesitan apoyo médico.
Estoy planeando abrir un centro de rehabilitación de fauna mexicana, pero todo a su tiempo.
He colaborado en educación ambiental y literal cientos de rescates de animales con mucho gusto y con hechos, pero sobre todo con evidencia y las pruebas están en mi propia vida
A quienes me han acompañado en esta lucha colectiva, gracias por sostenerla conmigo.
A quienes me atacaron, les deseo paz y luz.
Que aprendan a brillar sin apagar a los demás.
Porque en este país, defender lo que es justo puede costarte la tranquilidad, la credibilidad… o la vida
